Reducir el estrés
Estamos vendidos si no atendemos a nuestra propia vida.
“Reducir el estrés, dos, uno, ya!”
Pau Riquelme
La hipoteca de las obligaciones externas
Hay ocasiones en las que nos sentimos hipotecados a todas las exigencias
que desde el exterior nos asfixian.
Las demandas externas, provenientes del trabajo, la familia o la sociedad,
se acumulan.
Parecen interminables y llenan nuestros días de tareas y obligaciones que
no hemos elegido, pero que debemos cumplir.
El ascenso del estrés negativo
En esas ocasiones, el estrés negativo comienza a subir. La presión se va
acumulando a través de los días. Y sentimos en nosotros un peso.
Cada nueva tarea, cada nueva exigencia se suma a una carga ya pesada.
El estrés se acumula gradualmente.
Se asienta en nuestra mente y roba nuestro bienestar.
Esclavos de la desesperanza
Este estar vendidos a los deberes no propios y sin atender a nuestra
propia vida, nos llena de desesperanza.
Nos sentimos esclavos.
Sentimos que nuestras acciones no tienen sentido.
Perdemos de vista nuestras propias necesidades.
Y una sombra se cierne progresivamente sobre nosotros.
El sordo estrés acumulado
Y así, día a día, el estrés sigue aumentando.
Nos adaptamos a esta carga creciente.
La asumimos como parte de una realidad inevitable.
Y se convierte en una compañera constante de camino, sin pararnos a pensar
que podemos escoger.
Despertando a la necesidad de respetarnos
Parar y comenzar a respetarnos.
En medio de obligaciones y exigencias olvidamos que tenemos el poder de
decidir sobre nosotros mismos.
De reconocer nuestra propia necesidad, nuestro límite.
Y de ofrecernos un tiempo propio donde cuidar de nosotros.
Aprender a decir “no”
Liberarse de esta hipoteca de obligaciones externas no es fácil, pero es
necesario para recuperar el sentido y la libertad en nuestras vidas.
Aprender a decir "no", no es evitar la responsabilidad; sino
dirigir nuestro acto en función de nuestras posibilidades sin
culpabilizarnos por ello.