Terapia de traumas
Un trauma es tanto herida como cicatriz.
Las huellas del trauma
El trauma no siempre deja cicatrices visibles, pero sí profundas huellas.
Puede nacer de un hecho puntual —como un accidente, una pérdida o una
agresión— o de situaciones prolongadas en el tiempo, como la violencia, el
abuso o la negligencia.
Muchas veces, sin darnos cuenta, cargamos esos recuerdos como un peso
silencioso que condiciona la forma en que pensamos, sentimos y nos
relacionamos con el mundo.
El papel de la terapia de trauma
La terapia de trauma no borra lo sucedido, pero nos ayuda a resignificar
la experiencia, a soltar el dolor congelado en el cuerpo y a recuperar la
sensación de seguridad interna.
Es un espacio seguro donde se aprende a mirar lo ocurrido con nuevos ojos,
a reducir los síntomas que generan sufrimiento y a reconectar con la vida
desde un lugar más libre.
El valor de sanar
Quien se atreve a trabajar en su trauma está eligiendo romper con un ciclo
de dolor y abrir la puerta a la resiliencia.
Una verdad esencial
La terapia de trauma nos recuerda algo fundamental: no somos lo que nos
pasó, sino lo que hacemos con ello.
El pasado no se puede cambiar, pero sí podemos transformar la manera en
que lo llevamos dentro.